jueves, 14 de julio de 2011

Lury Margud, la Diosa del Romance, y Arcangel de la palabra

Había una vez una princesa tan hermosa como nunca otra lo había sido, y como ninguna otra lo será jamás. Se llamaba Aliana, era tan bella que le gustaba estar rodeada de espejos para contemplarse, las paredes de su habitación, los pasillos del gran palacio e incluso la sala del trono, estaban cubiertos con grandes espejos que la permitían admirar su reflejo en cualquier momento.

El rey estaba orgulloso de la belleza de la princesa y soñaba con casarla con el apuesto príncipe Holk de Naradia, un reino que tenía tanto poder y riquezas que le permitirían someter a las Brujas del bosque y echarlas para siempre de su reino.

La reina en cambio, soñaba con que algún día un príncipe tan apuesto como su hija aparecería en el reino, el amor florecería entre tanta belleza y serían felices para siempre a pesar de las travesuras de las Brujas del bosque.

La princesa en cambio no tenía tiempo de pensar en su futuro, teniendo los ojos tan llenos de sí misma, su mirada buscaba en cada uno de los espejos por los que pasaba algún detalle que pudiera mejorar, ningún pelo escapaba de su peinado, y ninguna arruga se formaba en su vestido.

A veces, cuando nadie la veía se ponía bizca o se arrugaba la cara con las manos y sacaba la lengua hasta dejarla colgando de su boca, pero ni aún así su belleza desmerecía, pues sus ojos eran tan hermosos y graciosos que pareciera estar buscando un mosquito en la punta de su nariz. Con la lengua fuera y el rostro arrugado la belleza se le iba al alma, donde residía su buen humor, aunque nunca lo compartió con nadie, pues sin excepción, cuando alguien la veía por primera vez suspiraba de admiración y los ojos se les nublaban de gozo ante tanta perfección.

Las conversaciones después de verla siempre eran incoherentes alabanzas a cada uno de sus rasgos y a todos en general, así que aprendió a vivir consigo misma.

2 comentarios:

  1. Pero llegó una tormenta muy fuerte. Durante toda la noche rayos y truenos aparecieron en el horizonte. Después de eso, por el castillo se empezó a oír mucho ruido, y un llanto a lo lejos. Todos los cristales se habían roto y la princesa lloraba amargamente.
    Mientras tanto, las Brujas del Bosque cantaban alegremente alrededor de una hoguera.

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  2. El cuervo maldito, enviado por las Brujas del Bosque, consiguió entrar en el castillo. Su aspecto ya estremecía por si solo, con un color negro más oscuro que la más oscura de las noches, pero si le mirabas a los ojos podías oír en el interior de tu cabeza las risas y los cánticos burlones de las Brujas. Estas, a través del animal, habían roto todos los cristales con un conjuro maligno y así conseguir romper el corazón de la princesa.

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